Acto I
Los guardias de
Elsinore llevan a Horacio a las almenas del palacio para mostrarle la aparición del fantasma
del difunto rey Hamlet. Horacio le interpela pero el fantasma no responde.
Conversa con los guardias sobre el estado de agitación que hay en Dinamarca, donde se preparan
secretamente para la guerra, pues el príncipe de
Noruega, Fortimbrás, intenta recuperar las tierras que en una guerra anterior
perdió su padre.
Dentro del palacio,
Claudio y Gertrudis celebran su boda. Claudio anuncia el envió de embajadores
para solicitar la mediación del rey de Noruega ante la amenaza de invasión. Laertes obtiene el
permiso de Claudio para volver a Francia. Gertrudis y Claudio piden al príncipe Hamlet que
deje de estar triste y de luto por la muerte de su padre y se alegre por la
boda, además de negarle el permiso para volver a Alemania, donde se encontraba
realizando sus estudios.
A solas, Hamlet
manifiesta su desesperanza y la indignación porque su
madre hubiese contraído segundas nupcias a apenas un mes de la
muerte de su padre. Horacio interrumpe los pensamientos de Hamlet y le habla del encuentro con el
fantasma. Acuerdan hacer guardia esa misma noche para encontrarse con él.
Laertes se despide
de Ofelia y la instruye diciéndole que no tome en serio los galanteos
de Hamlet y que tenga cuidado de no entregarle su virtud. Polonio da unos últimos consejos
a Laertes y lo deja partir rumbo a Francia. Señala a Ofelia que las
intenciones de Hamlet no son honestas y le ordena que deje de verlo.
Hamlet, Horacio y
Marcelo aguardan de noche en las afueras del castillo y aparece el fantasma del
rey Hamlet. El príncipe le conmina a hablar y el fantasma le hace señas para que le
siga. En contra de los consejos de Horacio y Marcelo, va detrás del espectro y
ellos le siguen de cerca. El fantasma le revela que es su padre y que debe
vengar su muerte. Le narra cómo, estando dormido, Claudio vertió un veneno en su
oído, asesinándolo y haciéndose de esa
manera con la corona y con la reina. El fantasma se despide, Horacio y Marcelo
encuentran al príncipe pero este se niega a contarles lo que le ha
dicho el espectro, y los hace jurar que no dirán a nadie lo
sucedido esa noche.
Acto II
Polonio envía a Francia a un espía para que indague cómo se está comportando Laertes. Ofelia cuenta a su padre que Hamlet ha entrado en su
habitación y tenía muy mal aspecto. Polonio sospecha que ha enloquecido
de amor porque ella ha roto con él.
Claudio y Gertrudis
reciben a Rosencrantz y Guildenstern, amigos de estudios de Hamlet, y les piden
que averigüen por qué está deprimido.
Los embajadores
vuelven de Noruega: el rey ha ordenado a Fortimbrás no atacar
Dinamarca y piden a Claudio permiso para cruzar su territorio, ya que planean
una campaña contra Polonia.
Polonio comunica a
los reyes que la cusa de la melancolía de Hamlet es porque está enamorado de
Ofelia. Para corroborarlo, planean un encuentro entre ellos y espiarlos para
ver su reacción.
Hamlet se hace pasar por loco frente a Polonio con el fin de confundirlo.
Rosencrantz y Guildenstern se
presentan ante Hamlet, él les recibe pero se da cuenta de que no
han ido a visitarlo por amistad, si no que han sido mandados llamar por
Claudio. Ellos le anuncian que ha llegado una compañía de cómicos al
palacio. Hamlet da la bienvenida a los actores y pide a uno de ellos que recite un
parlamento sobre el asesinato de Príamo. Después les pide que
al día siguiente representen ante la corte la obra “La muerte de
Gonzago”.
A solas, Hamlet se
lamenta de que, mientras el actor experimenta un emoción auténtica al recitar
su parlamento, él no es capaz de sentir el coraje necesario para vengar el asesinato de su padre. Decide
que, si Claudio manifiesta culpabilidad al ver una obra de teatro que imita el
asesinato del rey Hamlet, entonces no tendrá ninguna duda y
llevará a cabo la venganza: “La representación será la trampa donde
caerá la conciencia del rey”.
Acto III
Rosencrantz y
Guildenstern advierten a los reyes que no han podido averiguar la causa de la
melancolía de Hamlet. El rey prepara el encuentro entre Hamlet y Ofelia y junto
con Polonio los espía.
Entra Hamlet, con el monólogo “Ser o no ser”.
Ofelia le devuelve
sus cartas, él le dice que nunca la amó y le ordena que entre en un convento.
Ella reconoce que se encuentra muy perturbado mentalmente.
El rey concluye que
el príncipe no está enamorado, si no loco, y que debe
marcharse a Inglaterra al día siguiente. Polonio le propone que antes
de eso deje que la reina hable con él.
Hamlet da las últimas
instrucciones a los actores y pide a Horacio que ponga especial atención en las
reacciones del rey. Entra la corte y comienza la representación, una historia
muy similar a las circunstancias del asesinato del rey Hamlet. Claudio se ve
reflejado y se levanta indignado, terminando abruptamente la representación. Todos se
marchan y Horacio coincide con Hamlet: Claudio se ha dado por aludido. Hamlet
es mandado a llamar a la habitación de la reina.
El rey Claudio ordena
a Rosencrantz y Guildenstern que acompañen a Hamlet a
Inglaterra. Rezando a solas, Claudio siente remordimientos por haber matado a
su hermano, pero no tiene intención de deshacerse de todas las cosas que lo
impulsaron a cometer el crimen: la corona y la reina. Hamlet le ve rezando y
piensa que sería un momento oportuno para matarle, pero se teme que,
por estar rezando, al morir vaya al cielo, lo cual no tiene merecido.
En la habitación de la reina,
Polonio se esconde entre los tapices para poder escuchar la conversación. Hamlet se
confronta con su madre, ella piensa que la quiere asesinar, Polonio grita y
Hamlet, pensando que se trata de Claudio, lo mata. El príncipe no se arrepiente del
error, cree que lo merecía por sus constantes intromisiones. Continúa acusando a su
madre por haberse casado con Claudio. Aparece el fantasma del rey Hamlet, pero
la reina no puede verlo. El espectro le ordena que no se ensañe contra
su madre y que la reconforte. Gertrudis queda convencida de que su hijo ha
enloquecido. Hamlet se despide de su madre y se lleva arrastrando el cuerpo de
Polonio.
Acto IV
Gertrudis narra a
Claudio lo que ha pasado, este envía a Rosencrantz y Guildenstern a buscar el lugar dónde ha escondido Hamlet el cadáver de Polonio.
Llevan a Hamlet
frente al rey y, después de responder con evasivas, le indica dónde está el cuerpo. Claudio lo envía inmediatamente
a Inglaterra, con dos cartas que custodian Rosencrantz y Guildenstern, en las
cuales se ordena la ejecución inmediata de Hamlet.
Camino al puerto,
Hamlet se encuentra con el ejército de Fortimbrás, que va rumbo
a Polonia. Hamlet compara su valor para morir por un trozo de tierra que apenas
vale nada con su desidia para ejecutar la venganza.
En Elsinore,
Horacio intercede ante los reyes para que vean a Ofelia, quien ha
enloquecido a causa de la muerte de su padre. Un
grupo de rebeldes encabezado por Laertes al palacio, buscando responsables por la
muerte de Polonio. Al ver el estado de Ofelia Laertes se enfurece aún más, Claudio
intenta apaciguarlo, argumentando que no ha sido culpa suya.
Horacio recibe una
carta de Hamlet, quien de camino a Inglaterra ha caído en manos de unos corsarios, navega de vuelta a Dinamarca y pide que se reúna con él.
Mientas Claudio
intenta convencer a Laertes de que la reina y en general, el afecto que el
pueblo siente por el príncipe Hamlet, le impiden hacerlo
responder por la muerte de Polonio, recibe una carta de Hamlet anunciando que
al día siguiente estará de vuelta.
Claudio aconseja a
Laertes la forma de obtener venganza: organizar un duelo de esgrima entre
Laertes y Hamlet. Laertes utilizará un florete envenenado para matarlo y, en
caso de que falle, Claudio envenenará la copa de la cual beberá. La reina los
interrumpe para decirles que Ofelia ha muerto ahogada en el río.
Acto V
Dos sepultureros
preparan la tumba de Ofelia. Deducen que se trata de una persona distinguida,
puesto que a pesar de haberse suicidado, recibirá cristiana
sepultura.
Hamlet y Horacio se
encuentran con uno de los sepultureros y entre juegos de palabras hablan sobre
lo efímero de la vida.
Ven venir a toda la
corte siguiendo un féretro y se esconden para escuchar de quién se trata.
Laertes lamenta la muerte de su hermana, Hamlet se hace notar y pelean. Hamlet
le dice que su dolor por la muerte de Ofelia es mayor ya que él la amaba.
En el palacio, Hamlet
le narra a Horacio cómo consiguió escapar: robó las cartas que
llevaban Rosencrantz y Guildenstern, en las cuales se pedía al rey de
Inglaterra que ejecutara a Hamlet inmediatamente, y las sustituyó por otras ordenando
que cortaran la cabeza de Rosencrantz y Guildenstern.
A pesar de tener un mal presentimiento, Hamlet acepta la
invitación a un duelo contra Laertes.
Se reúnen el rey, la
reina y la corte para presenciar el combate. Hamlet pide perdón a Laertes por
haberle ofendido y Laertes acepta la disculpa.
Hamlet va ganando
el encuentro y, previendo que Laertes no tendrá oportunidad de
envenenarlo con su florete, Claudio envenena la copa de vino y le da a beber,
pero Hamlet la rechaza. La reina bebe de la copa, Laertes consigue herir a
Hamlet, los floretes se intercambian y Laertes es herido también con la punta
envenenada. La reina muere, Laertes confiesa y Hamlet hiere al rey. Muere el
rey, después Laertes y Hamlet agoniza. Horacio pretende suicidarse para acompañarle en la
muerte pero se lo impide, pues necesita que cuente a los demás lo que ha
ocurrido. Hamlet muere, vuelve Fortimbrás de Polonia y,
al encontrarse a todos muertos, reclama la corona de Dinamarca.
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